Edwin Lugo
Semblanza del Maestro Fernando Cataño Mendoza
Difícil es en verdad encerrar en un breve espacio, la amplia trayectoria de este compositor y contrabajista, cuya obra es la adición de talento, estudio e inquebrantable perseverancia, dedicados a una actividad artística que reclama una entrega absoluta sin claudicaciones.
Nuestro homenajeado es el octavo vástago del matrimonio formado por Don Rafael Cataño y Doña Josefina Mendoza, y nació el 16 de junio de 1928, en una casa ubicada en las calles de Pedrel y Constantino, en la colonia ExHipódromo de Peralvillo de esta ciudad de México.
Dotado desde la mas tierna niñez de una inquietud, en la que apuntaba el anhelo de crear, Fernando motivado por una desbordadora curiosidad se proponía inventar algo que siendo útil a la comunidad, empleara su talento -y me complace expresarlo- externara, esta cualidad que se ha vuelto más rara cada día la generosidad.
El niño pequeño primero y más tarde el adolescente descubrió que en su pequeño medio circundante, prácticamente ya todo estaba creado, excepto en el arte y particularmente en la música, cuyos infinitos caminos a recorrer, son tan vastos cómo la imaginación del artista.
Al principio construyó un pequeño teatro de títeres a quienes empezó a escribir las incipientes comedias, que recrearon la fantasía infantil de sus compañeros de escuela y de los niños del barrio, pero más tarde el quehacer creativo del pequeño se trasladó de las palabras con que se expresaba sus pensamientos y sus emociones, a ese lenguaje universal, único y maravilloso que son los sonidos musicales.
Había definido su destino, descubriendo su vocación musical.
Fernando ingresó al Conservatorio Nacional de Música en el año de 1944; y hoy a través de las décadas, aún recuerda el precioso edificio por aquel entonces albergaba la institución, desde donde tuvo el privilegio de ver subir las elegantes escalinatas de palaciego inmueble ubicado en las calles de Moneda, al costado norte del palacio nacional, nada menos que los ya consagrados compositores: Manuel María Ponce, José Pablo Moncayo y Blas Galindo entre otros.
Cataño había encontrado en la música donde explayar sus deseos de ser inventor; y apenas tres años después de haber iniciado los estudios, ya componía melodías populares, que hoy, con sus doce lustros de compositor de música culta, le han dado un indiscutible sitial. Donde el vanguardista, dueño de un lenguaje propio, que hace gala en cada obra de un profundo nacionalismo.
Así, afirma “que cada autor tiene sus propias vivencias, las que seguras e inconscientemente quedan plasmadas en su obra”, y continua declarando que para él “la inspiración no es el concepto generalizado que pregona la ilusoria llegada de una musa” las más veces inconstante y huidiza sino “que es el oficio que se tiene sobre el conocimiento y manejo en general de todos les elementos de la música”, es decir la suma de elementos técnicos aplicados a un proyecto de trabajo, quienes definitivamente intervienen.